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Ushuaia Tierra del Fuego
CON LOS PIBES Y PIBAS NO

Ataques a los hijos de los políticos: Una cruel línea que no debe cruzarse

El ecosistema político actual se ve continuamente agitado por la dinámica de tensión pública y las inevitables críticas que acompañan a quienes asumen roles de liderazgo. Sin embargo, cuando estos conflictos exceden los límites de lo razonable, se corre el riesgo de caer en acciones que ningún código ético debería permitir: involucrar a los hijos de las figuras políticas en ataques orquestados en las redes sociales.

12:11 | 11/11/2024
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Este sábado, el intendente Walter Vuoto alertó sobre estas situaciones al afirmar en sus cuentas en redes sociales: "Con los pibes y pibas NO".  El mensaje denunció el accionar anónimo en redes sociales utilizando a sus hijos para atacarlo de forma indirecta, accionar absolutamente inaceptable estando menores en medio de una tensión política y personal de la cual no son parte.

La política es, por naturaleza, un campo de confrontación de ideas y posturas, pero cuando los hijos de quienes lideran se convierten en instrumentos de ataques en entornos digitales se cruza una línea insostenible. Tengamos en cuenta que los menores son ajenos a las decisiones que sus padres toman en el ámbito público y no deben soportar el peso de las disputas de los adultos. Vuoto ha señalado claramente que "Atacar a mis hijos es inaceptable", destacando la necesidad de proteger a los menores de ser arrastrados a un campo de batalla que no les pertenece.

El incremento de estos ataques personales se ve agravado por el uso de cuentas falsas y la diseminación de fake news. Como sabemos, estas acciones no solo intentan desestabilizar la imagen de los políticos, sino que también generan un ambiente hostil y poco fiable en las plataformas digitales. Anónimas e impunes, estas cuentas trabajan para instalar el odio y la desinformación, debilitando la confianza pública no solo en las redes sociales, sino también en las instituciones democráticas que deberían operar con transparencia y responsabilidad.

En este contexto, es necesario alertar como ya ha realizado este medio que el grooming debe entenderse también como una forma de acoso en entornos digitales con el objetivo de manipularlos y dañarlos, y que este tipo de acciones se encuentran penadas por el sistema judicial argentino.

Sin duda alguna, la bajeza de manipular en forma directa o indirecta la imagen de niños y jóvenes no es otra cosa que aprovecharse de la vulnerabilidad de los menores que no cuentan con herramientas racionales y emocionales para administrar el tipo de contenidos de violencia que se publican en la esfera digital donde toda la sociedad, en mayor o en menor medida, termina utilizando.

De allí que, este tipo de agresiones resalta aún más la importancia de trabajar por entornos digitales administrados con ética y seguridad, donde los menores de edad no sean expuestos a perjudiciales juegos de poder o explotación emocional.

La respuesta del intendente Walter Vuoto, al decidir iniciar acciones penales para descubrir y penalizar a los responsables, es un ejemplo de cómo es crucial enfrentar estas prácticas de manera decidida y legal. No se trata solo de defender el honor y la integridad de los menores expuestos, sino de restablecer un sentido de justicia y decencia en el ámbito público. Al llevar estos casos ante la justicia, se espera frenar la creciente ola de agresiones que, amparadas en el anonimato, acercan el discurso político a un nivel de toxicidad digital imposible de tolerar.

Desde un punto de vista ético, es fundamental subrayar que el ataque a familiares de figuras políticas no es una táctica aceptable ni justificable bajo ninguna circunstancia. Digámoslo sin vueltas: No todo vale.

Independientemente de las diferencias que puedan existir en opiniones o políticas, debemos preservar el respeto hacia la familia, sobre todo hacía los menores que forman parte del entorno de las autoridades y dirigentes políticos . Por esto mismo, los menores, en particular, deben ser resguardados de las consecuencias de los cargos que sus padres ocupan.

El dilema que enfrentamos hoy no es solo político o judicial, sino profundamente moral y comunitario. ¿Qué tipo de sociedad estamos construyendo cuando permitimos que el odio y la desinformación dominen la conversación pública, al punto de involucrar a menores de edad?

Todo debate sobre el uso irresponsable de las redes sociales para atacar y desinformar debe establecerse como crucial y las autoridades junto a la ciudadanía deben comenzar a trabajar conjuntamente para establecer pautas que promueven transparencia, el respeto mutuo y la integridad informativa.

Que este llamado a la reflexión sirva como un recordatorio de que la política puede ser intensa y apasionante, pero nunca debería perder de vista los valores de respeto y humanidad necesarios para la coherencia comunitaria.

Previo a finalizar, debemos insistir que frente las amenazas continuas de la desinformación, el grooming y el ciberbullying debe reaccionarse con firmeza y decisión. En definitiva, toda sociedad debiera proteger lo que de verdad importa: la ética de nuestra conducta pública y el respeto y cuidado hacía nuestras generaciones futuras.

 

 

 

 

 

 

 

 

FUENTE: edfm

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